Sombras del magnicidio
La guadaña es un reguero de pólvora
Haz de doble filo
En la escuela de tortura nunca les hablaron de Dostoievski
Nadie apuntó que después del disparo
quedan las manos embarradas
un olor penetrante persiguiéndote
como sabueso errabundo
hasta el tiempo del último latido
Después de la mirada en el gatillo
sólo queda el frío en el torrente
alguna arteria chamuscada en la conciencia
Después del estallido, y el ruido de las llantas
queda sólo la piel desnuda, la negación de los hijos
el espejo con una imagen nauseabunda
Hasta los mejores amigos, los más sanguinarios
nos retiran el saludo, la mirada;
nos volvemos más pequeños cada día
la piel se transforma en pellejo
el espejo nos niega dos veces
en las esquinas las sombras huyen a nuestro paso
Es definitivo
una bala no puede atravesar un corazón que permanece abierto
desde la boca y la palabra profética
Se transforma el plomo, la idea, la explosión, en guadaña del cáncer
cercenando la lengua y la garganta
en la desesperación del suicida
en el testigo que pierde su primer nombre para siempre
y en el tórsalo que huye todos los días de su imagen.

Cuando pienso…
El hombre es el poema
El poema es la piel denudada del hombre
Su cabeza sigue rodando como las palabras amadas
Corazón solar o calendario petrificado
Jaguar del tiempo que nos acecha
Can ceremonial abriendo el universo.
Un día la sangre derramada germina desde las entrañas de la tierra
Y la palabra hecha hombre retorna
De la región de los muertos hecha Flor
El poema es un campo cultivado.
Deja de ser un estado excepcional el poeta
Su ausencia, una mentira
Sus ojos son los ojos de todos los pájaros en vuelo
Su boca es la boca de todos los niños
pronunciando su primera palabra frente al mundo.
Yo no creía
Me lo dijeron cien veces:
Que tu palabra permanece
Protegida por los desiertos y los linces
Me lo decían cada diez de mayo:
Tu amor como un cardo entre las manos
La piedra volcánica guardando tu palabra.
Por eso pronuncio tus versos como animal nocturno frente al río
Y la noche se incendia estrepitosa
Las corales silban su concierto de colores atravesando los montes
Los reptiles abandonan sus cuevas escapando de tu pecho
Tu corazón enardecido ha retomado su origen de fuego
Y el frío de los nuestros se ha quebrado
Como se quebrantan los espíritus sin sueño
Ante la comprensión impura de tu ternura inacabada.
Triste poema pandémico
Los que fueron en sus casas encerrados más tiempo que en Wuhan
y se quedaron varados en otros países
sin esperanza de retornos humanitarios
y no tuvieron trenes del Pacífico,
ni bibliotecas luminosas de cristal reluciente,
que los cegara o entrampara sus mandíbulas
y solo tuvieron conciencia de su hambre infinita:
banderas blancas
para remendar su bandera nacional
por la que siguieron gritando en el mismo estadio de siempre
banderas blancas y percudidas como mortajas
para después de las tormentas
que asolaron sus viviendas
a la orilla de los puentes y quebradas
y fueron catalogados paupérrimos de democracia
y no tuvieron paz para todos sus muertos apilados
en las páginas olvidadas de su historia –fin de siglo–
y continuaron escribiendo su poema de llanto entre fronteras
su novela negra de inmigrantes
que regresaron apenas por arrechos
deportados en aviones y buses
después de una temporada en las cárceles de Texas
o en los centros de migración donde se libraron de los cuchillos
o de ser calcinados por los narcos
Mientras los que no regresaron
tuvieron madres como peregrinas eternas de sus cuerpos
perdidos en el desierto o en fosas clandestinas
o fueron explotadas en la oscuridad de los burdeles de pequeñas mafias
donde los mexicanos y centroamericanos rinden sus salarios por sexo
y cierran el círculo de los nuevos esclavos en pleno siglo veintiuno.
Ilich Rauda
Nace en San Salvador en 1982.
Médico de Familia por la Universidad de El Salvador.
Miembro fundador del Círculo de la Rosa Negra y del grupo literario Delira Cigarra.
Actualmente es secretario de la Asociación de Médicos Escritores «Alberto Rivas Bonilla».
Premio único de Cuento Infantil en los XXV Juegos Florales de Usulután (2017).
Ha publicado en poesía:
Maíz del corazón (Publicaciones Papalotquetzal; 2016)
Forma parte de la Antología poética Tzuntekwani –Cabeza de Jaguar– (2016).
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